lunes, 9 de febrero de 2009

A la carbonara


Si ya es un sacrilegio "enjuagar" la pasta en agua fría después de cocerla, nada comparable a echarle nata a la pasta carbonara... Eso al menos, es lo que piensan los italianos.

La salsa carbonara se denomina así porque originariamente llevaba mucha pimienta, la cual le daba un color ennegrecido, tirando a carbón. Aunque otras teorías afirman que el nombre se le debe a que antiguamente la salsa se elaboraba con carbón vegetal, procedente de los Apeninos.

Recetas habrá muchas, pero ésta me la ha enseñado nuestro "cuoco" (cocinero) oficial de Perugia: Fabrizio.
Se refríe beicon, cebolla y un poco de ajo (el ajo entero, una vez esté dorado, se quita). Se cuenta que no se empleaba beicon en la receta original, y que fue introducido en Roma por las tropas aliadas tras la Segunda Guerra Mundial.
A la pasta ya cocida, y en caliente, se le echa: formaggio pecorino (queso de oveja, o en sustitución, queso parmesano), bastante pimienta negra y sal. Se añade un huevo menos que los comensales, esto es, para cuatro personas, tres huevos. No se baten. Se revuelve todo junto. Ni se baten los huevos ni se pone al fuego la pasta, con el calor que desprende la pasta, la salsa se va cuajando quedando un poco espesa. Se le añade luego el refrito.
Se come "subito".
Bon Appetit!!

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